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| Enoturismo | La Rioja tiene un plan

Palabra de enoturismo

Las Rutas del Vino se configuran como la clave estratégica del Plan Enoturístico de La Rioja.

Paisaje riojano
Colorido de los viñedos en otoño, tras la vendimia. / FERNANDO DíAZ.
Los objetivos del Plan de Enoturismo

El objetivo con el que el Gobierno de La Rioja ha diseñado el Plan Estratégico del Enoturismo es hacer frente a la necesidad de entrelazar caminos que tienen que ir «necesariamente de la manos», como lo han hecho históricamente vino y ocio, pero adaptándolos a las nuevas oportunidades y exigencias de los mercados. Los ámbitos en los que se centra el Plan son tres: la dimensión territorial, la creación de producto y la cualificación de los servicios y sus prestadores. Además, hay una clara vocación en el estudio de asegurar la calidad, que se presenta en nuestros tiempos como un elemento indisociable de cualquier realidad turística y esta calidad afecta a la prestación de servicios, actual y futura, y debe ser entendida como un compromiso con los visitantes.

El turismo del vino en La Rioja obedece al respeto, a la sensibilidad y a la identidad de la población, de los productores y de los visitantes, que son consumidores de territorio y sensaciones.

Textos: Pablo G. Mancha

Vender vino es vender cultura y es vender identidad de un territorio y un paisaje en estado puro», con esta contundencia se define el modelo enoturístico riojano en el Plan Estratégico para el Desarrollo del Turismo del Vino en La Rioja, elaborado a instancias de la Consejería de Turismo por la consultora ‘Antar, estrategias creativas’.
Este denominador común del proyecto y de sus futuros usuarios y oferentes tiene que coexistir con «las diferencias entre los municipios y sus marcas, respetando la sensibilidad y la identidad de la población, de los productores y el espíritu de protección y desarrollo sostenible que deben presidir las Rutas del Vino de La Rioja como proyecto para el avance integral de los territorios vinculadas a las mismas».

La Dirección General de Turismo destaca que el principal cliente de las Rutas del Vino en La Rioja es un consumidor de territorio y vivencias y que la «mayor dificultad» para conseguir el éxito está en concretar en productos tangibles la abstracción generalista e indefinida de la que partimos para atraer y satisfacer a este visitante. Por eso, las Rutas del Vino de La Rioja deben ser un medio y un fin en sí mismas para dinamizar, a partir de este visitante, una realidad común respecto a su visión de La Rioja.
El estudio sostiene que la competitividad de un producto turístico no se puede ver aisladamente, sino que se ha de enfocar desde una perspectiva más integral, teniendo en cuenta toda la cadena de valor del producto e, incluso, en un enfoque más amplio, de todo el destino. El producto turístico ‘Ruta del Vino’ consiste en la integración bajo un mismo concepto temático de los recursos y servicios turísticos de interés, existentes y potenciales, de una zona vitivinícola, planteados desde la autenticidad y la vocación vivencial, con el fin de construir un producto desde la identidad propia del destino, de facilitar la comercialización conjunta de toda la zona y de garantizar el nivel de satisfacción de la demanda, impulsando así el desarrollo económico-social integral de la misma.

Es importante destacar el valor enológico de este producto. Sin cultura del vino, no hay ruta del vino y sin ruta del vino no hay producto turístico. La viticultura es el eje temático de este producto y el turista debe percibirlo durante todas las etapas de su viaje y en cualquier componente de la cadena de valor turística que constituye la Ruta.
La Ruta del Vino de La Rioja constituye un planteamiento turístico en torno a un área geográfica, en este caso: Rioja Alta, Rioja Baja y Comarca de Logroño, que abarcan un total de 60 municipios de la Denominación de Origen Calificada Rioja, de forma que los turistas puedan viajar por el destino de un componente de la Ruta a otro, disfrutando de la belleza del paisaje y de la diversidad cultural e histórica de estos municipios y de otros cercanos complementarios.

Elementos básicos
El concepto ‘Ruta del vino’ requiere una gestión en una doble concepción, tanto territorial (un área que es soporte del producto y que además es el recurso a consumir) como sectorial (un auténtico producto turístico puesto en el mercado y accesible a sus consumidores por un precio determinado). Así, frente al turismo de masas producido en cadena y dirigido a un público escasamente diferenciado y con bajos niveles de exigencia, en el modelo turístico riojano/enológico prima un modo de producción artesanal y a pequeña escala, buscando al máximo la autenticidad de la experiencia turística, dirigiéndose a un público individualizado y muy exigente. Las últimas tendencias del ocio y del turismo se dirigen a la producción y a la transmisión de experiencias y vivencias. Sin duda, el vino es un elemento privilegiado ya que, al margen de que a partir de él se pueden promover multitud de actividades de todo tipo, es, sobre todo, un productor de sensaciones. Por ello no se dirige a un turista–espectador que mira el mundo del vino a través de un escaparate, sino que quiere participar e integrarse en una forma de vida y para conseguirlo está dispuesto a implicar a todos sus sentidos, buscando una experiencia y una comprensión sensorial completa de todo lo que significa el mundo del vino.

Según el Plan Estratégico, los factores claves en el éxito del enoturismo en La Rioja son los siguientes: la imagen del producto, el territorio, el valor enológico, la autenticidad, la vivencia cultural, la calidad gastronómica, la hospitalidad e información turística, los equipamientos y las infraestructuras.

La imagen que proyecta sobre el mercado debe ser coherente con las expectativas que se desea evocar entre los turistas potenciales. Una imagen negativa del producto Ruta del Vino será aquella que no sea capaz de atraer la atención de turistas potenciales o de generar unas expectativas acordes con la realidad del producto.
Por otro lado, no se debe olvidar la imagen del producto de cara al destino y sus residentes. Debido a su gran interactividad con la población local, el producto Ruta del Vino debe también comunicar una imagen que genere entre residentes unas expectativas positivas capaces de cumplir.

El turista y el territorio son dos factores clave que determinarán claramente la demanda y la oferta del producto Ruta del Vino. El turista como elemento clave del negocio turístico debe ser el punto de mira de cualquier medida o desarrollo en el lado de la oferta enoturística: ¿qué busca el turista del vino? ¿qué le puede ofrecer el destino? y ¿cómo?

El territorio juega en este aspecto un papel muy importante y se establece como base o marco de referencia del desarrollo de la oferta del turismo del vino en el destino. El valor enológico de la Ruta del Vino determina el peso del elemento vino como eje vertebrador de la experiencia turística.


     TURISMO DEL VINO
La Rioja comienza a desarrollar su potencial enoturístico. Con las primeras iniciativas privadas, la administración reorienta su política hacia el vino como atractivo principal.

La Rioja es tierra de viñedos. Lo es desde que los romanos introdujeron el vino en Hispania y en esta región, que hoy, por derecho e historia, es uno de los referentes vitivinícolas mundiales. La Rioja es una tierra generosa, en la que la viña se ha convertido en un cultivo social y en la que el vino es orgullo de su población.

Una región pequeña, pero con encanto, lo que supone el principal argumento para el cultivo de ese incipiente turismo vitivinícola, que se ha convertido en una de las principales alternativas para el desarrollo rural de nuestros pueblos amenazados por la cada vez más restrictiva política agraria comunitaria. Después de años de dudas, con apuestas por los monasterios, por la lengua o por los dinosaurios, la administración regional se vuelca en el turismo del vino como principal reclamo de una región rica en diversidad en la que, por supuesto, tienen cabida el turismo cultural, con una historia y un patrimonio artístico privilegiado, y natural, con unos parajes únicos, pero a la que, tanto en España como en el extranjero, se sigue identificando con la elaboración vitivinícola, con unas instalaciones y proyectos envidiables y unos profesionales de la enología y del cultivo extraordinarios.
El especial ‘Vinos de Rioja’ incide en esta ocasión más que nunca en los viñedos, en la diversidad paisajística de La Rioja y en el cultivo para la elaboración de grandes vinos, con la única pretensión de fomentar la cultura vitivinícola, ya que para desarrollar el enoturismo son los propios riojanos los primeros que tenemos que interiorizar nuestra condición, forjada en los pueblos a golpe de riñón, para poder mostrarla a quienes nos visitan. ‘Vinos de Rioja’ no es un suplemento dominical al uso para mostrar los vinos de los nuevos famosos que encuentran en el vino lo más cool ni de las grandes fortunas que se refugian en el vino en busca del glamour que no tienen los negocios que las hicieron grandes.
Nuestro deseo es difundir la cultura de la tierra en un especial monográfico dedicado al turismo del vino, aunque bajo la realista premisa de que nos queda casi todo por hacer, empezando por aprender lo que buena parte de nuestros ancestros ya sabían por el simple hecho de haberse criado en los pueblos. La base está en la tierra y en la tradición milenaria que, por ejemplo, el californiano valle de Napa en California se inventó no hace mucho con Ángela Channing.